Texto de la exposición
…Pero al final, el dato natural ya no le es necesario al artista para llegar a la expresión de la belleza…
Piet Mondrian
La Cartografía Imaginaria de Audino Díaz
El Dorado, la sorprendente leyenda que cabalga entre lo real y lo imaginario, engendrando las más fabulosas utopías sobre el mítico territorio del colectivo latinoamericano, se convierte en el referente simbólico del último trabajo de Audino Díaz. Y desde este quimérico reducto de la imaginación, el artista recrea lo que parecieran ser parajes, desolados e inhóspitos lugares, que podrían estar en cualquier territorio de nuestra vasta región; vistas cenitales de la huella del hombre sobre la faz terrena, donde la rigurosidad de la línea recta se convierte en elemento determinante de un espacio que se vislumbra desde lo alto. Un territorio que con anterioridad ha sido estudiado, imaginado, apropiado por Díaz, pero nunca agotado en su expresión. Para el artista, el tema ambientalista y su preocupación por el entorno, no le son extraños y su investigación ocupa ya casi dos lustros.
En la serie Vestigios del Dorado, Audino Díaz propone un discurso plástico, enraizado en uno de los más famosos mitos de cuantos estimularon la exploración del continente americano, partiendo del empleo de nobles materiales como el oro o la plata, tan vinculados a nuestras culturas prehispánicas. Este trabajo es muy experimental en cuanto al uso y manipulación de ciertos materiales, comenta el artista sobre sus cartografías imaginarias, donde somete un territorio agreste a sus propias manipulaciones, adhiriendo costuras en hilo, o la severa linealidad de un pespunte en óleo o grafito, como símbolo de definición de territorialidad; límites o huellas quizás, dejadas por el ser humano en su recorrido por aquellos parajes. Acaso, la intervención de algo que aún no sucedió.
A diferencia de sus anteriores trabajos, Díaz retoma el oficio de pintor al más puro estilo, empleando técnicas y materiales tradicionales como el uso de óleo y gesso sobre tela (gabardina en negro profundo, o una resistente lona sintética en gris acerado; o en otras ocasiones, el blanco impoluto del lienzo), imprimiendo en el soporte diversas texturas -desde el dripping, manipulando el pigmento con una espátula dentada, así como la recreación de sus “bosques” en hilo encerado-; además de la aplicación de la antigua técnica del hojillado, en clara referencia a las manifestaciones plásticas coloniales. Surgen entonces interesantes formas geometrizadas, en hojilla de oro y plata, planos superpuestos donde la relación figura-fondo se expresa en la proporción y en el orden de los elementos compositivos. Según el artista, podrían interpretarse como vistas aéreas que semejan los techos de edificaciones en alejados e incognoscibles terrenos. En algunas obras, Díaz plasma una visión fenomenológica del perfil urbano, donde la línea topográfica no le es indiferente al ciudadano caraqueño. El registro, en estricta serialidad numérica, imprime al trabajo de Díaz, un cierto carácter científico que no se aparta de ese espíritu antropológico del artista.
Audino Díaz reitera su búsqueda de un lenguaje autorreferencial a través de paisajes inasibles, -revelados en ocasiones, en sueños y experiencias shamánicas o místicas-, partiendo de una irregularidad geométrica que se torna en complejidad expresiva y en calculado diálogo de formas, que contribuyen a la armonía y equilibrio compositivos dentro de esta novedosa propuesta. El artista se convierte en el interlocutor, entre una realidad que acontece y lo que se quiere decir. Pasa a ser entonces, el traductor de una circunstancia de la cotidianidad, traduciendo la complejidad existente entre las dimensiones de lo real y lo imaginario. Corresponderá al espectador aprehender el hecho estético desde sus propias experiencias y limitaciones, con las herramientas disponibles para tal fin. El manejo de códigos y las destrezas adquiridas -todo ello aunado a una nueva actitud de vivenciar la experiencia estética- se convierten así, en un instrumento invalorable que le ayudará a descubrir lo que la obra le quiere decir.
Lieska Husband de Hernández
Septiembre, 2009