Acto - Reflejo
Rodrigo Echeverri
Por. Erika Martínez Cuervo
En Acto- Reflejo Rodrigo Echeverri nos presenta obras de diversos formatos con las que ha puesto a la vista del espectador claves precisas de su proceso creativo. Son obras que están apuntando a un mismo asunto. Unas parecen haberse desprendido de las otras, materialmente están en sintonía. Dibujos-collages, pinturas y ensamblajes dan cuenta de ese proceso. Las cuatro pinturas “dobles” - con su carácter escultórico - que pone en escena se pueden pensar como el producto final y los ensamblajes (que están hechos con las plantillas del reducto material con el que realizó las pinturas) como gestos que están desplazando las ideas del artista hacía otra dimensión. Los dibujos-collage aparecen como apuntes primeros que desmontan las estructuras finales de sus obras más representativas. Es una especie flashback y de flashforward que sucede en un sólo espacio, ahí en la sala de exhibición.
Hay una experiencia previa que es central en esta muestra y es que Echeverri mientras trabajó en el proyecto se enfrentó a la realización “en simultánea” de las dos piezas que conforman cada una de sus pinturas. Fue allí donde la idea de acto-reflejo apareció. La ejecución de una pieza representaba el acto y la otra - en muchos sentidos - su reflejo. La presencia de las dos piezas en plena elaboración generó una tensión creativa, el artista pudo observar los particulares comportamientos de cada una, éstas se imponían mutuamente por instantes y en ese imponerse se constituían sus diferencias. El artista alternó su trabajo, mientras una se hacía la otra era observada y eso estimuló (y perturbó) la acción creadora. Ese hecho definitivamente potenció lo que el artista entendió como “reflejo” que en esencia es un acto involuntario que sólo es en tanto “el acto” genere el estímulo.
Las dos piezas que conforman cada una de las pinturas aparecen colgadas en la pared una en frente de la otra y en la mitad se nos impone el vacío – ese espacio en blanco – que puede resultar sugestivo para el espectador. Una atracción que nos devuelve el hallazgo del artista en su taller. Rodrigo Echeverri de nuevo se la juega con estas formas que ha venido trabajando y transformando desde hace unos años, un proyecto en el que el dibujo resulta una herramienta fundamental pues ninguna obra de las que se exhibe deja de ser en esencia un dibujo más allá de que puedan ser catalogadas como pinturas o ensamblajes.
¿Hacía dónde se dirigen las ideas plásticas de Echeverri?, podríamos especular y decir que tal vez estamos esperando que esas formas se salgan del espacio de dos dimensiones en el que las ha contenido el artista para que cobre vida uno 3D e incluso haya unas resolución por materializar las ideas arquitéctonicas que siempre han respirado sus propuestas. ¿Nos está empezando a decir algo sobre lo que viene?, si nos detenemos en su enunciados sobre el espacio y el tiempo – conceptos que ha venido trastocando - hay algo en sus producciones que intenta despedazarse y el artista lo imposibilita. Resulta expectante saber si de alguna manera el estallido seguirá su curso y para dejarlo ser o si por el contrario Rodrigo Echeverri seguirá buscando cómo mantener su producción en ese estado liminal.
A manera de apéndice.
En lo particular, cuando observé por primera vez las pinturas dobles de Rodrigo E. vino a mi mente de manera instantánea la película Inception (2010) de Cristopher Nolan, percibí que esos constructos contenían – con esa quietud implacable con las que son colgados – algunos principios básicos de las estrategias visuales que Nolan había explorado. Podía ver que aparecía el juego de una fragmentación en pausa y que el hecho de que fueran pinturas – con alcances escultóricos – potenciaba el movimiento que contenía lo estático, imágenes de una destrucción con fuerza de reconstrucción infinita, casi como si el play (y el replay) fuera posible. La idea mental – y sobre todo visual - de que los pedazos vuelvan al origen y reconstituyan el todo.
Rodrigo Echeverri
Acto Reflejo
Del 20 de mayo al 01 de julio de 2012