VIVENES/DAPRANO
Obras de Pietro Daprano y José Vivenes protagonizan sendas individuales en BEATRIZ GIL galería
La fotografía y la pintura convivirán en los espacios de BEATRIZ GIL galería a través de dos muestras individuales, "Relatos Transversales. Pietro Daprano. Prefacios y epílogos”y “Cuerpos Oblicuos. Pinturas de José Vivenes. Anversos y reversos” que bajo la curaduría de Lorena González serán inauguradas el domingo 8 de marzo a las 11:00 a.m., y permanecerán abiertas al público hasta el 26 de abril.
“Relatos Transversales. Pietro Daprano.Prefacios y epílogos”, recibe al espectador en la Sala 1 de la galería, con varias series lúdicas de fotografías donde Pietro Daprano (Caracas, 1971) conjuga perfomance, puesta en escena, apropiación y fotografía, para “indagar en la imagen a través de la propia imagen, de-construyendo el espectro sociocultural mediante el engranaje de numerosos universos preposicionales: manejo de objetos, personajes, puestas en escena, testimonios, luces y estructuras documentales que solapa, trastoca y antepone sobre y desde el desarrollo de cada una de sus series”, según explica la curadora Lorena González.
Daprano, quien trabaja desde hace varios años en líneas de investigación cercanas a la tradición crítica de la fotografía de las últimas décadas, profundiza constantemente en las locaciones difusas de lo real y lo ficticio “con las cuales se desarrolla la copiosa cultura visual de la actualidad, pluralidad aparente de selfings y perfiles que navegan en las superficies de las redes sociales; reality shows, objetos publicitarios y concursos de talentos que rebosan en el imaginario mediático y que tan solo funcionan como coloridas cortinas de humo frente a las verdaderas debacles humanas, políticas y económicas de las sociedades actuales”, afirma la curadora.
En sus propuestas, “lo real constituye un prefacio que se manifiesta con una fuerza incontenible: contornos, objetos, poses, cuerpos, fachadas, esquinas, colores, situaciones y grietas de un día a día conocido, cercano, nuestro. Tan sólo un detalle inesperado surge paralelamente en algún recodo, en un gesto, en una mirada; y es con precisión ese punto de distorsión -epílogo de una imagen o de un axioma interrogado por el artista- la trinchera y el desplazamiento que se hace presente en su obra para agrietar nuestra percepción, convulsionando las verdades, mentiras, triunfos y debacles de esa familiaridad virtual con la que vivimos, en realidad, inconexos”.
Por su parte, la muestra “Cuerpos Oblicuos. Pinturas de José Vívenes. Anversos y reversos” exhibe en la Sala 2, el más reciente trabajo de José Vivenes (Maturín, 1977) a través de una selección de pinturas donde éste ofrece su lectura sobre un conjunto de imágenes de prensa, fotografías que se han convertido en documentos trascendentales para la sociedad, y retratos de del acervo cultural universal.
Formalmente decidido a convertir a la pintura en un campo abierto de discusión teórica y de movilización intangible de la conciencia –según palabras de Lorena González– José Vivenes en esta ocasióndeja a un lado las preocupaciones tradicionales de lo pictórico frente a la voluptuosa cadena de la representación fotográfica, y se sumerge en la veracidad propia del ícono, navegando a través del soterrado mundo que nos sobrepasa día a día.
“En diversas series profundiza estos recorridos. Retrato del retrato, imagen de la imagen, gesto del gesto, su trabajo actual plantea un traslado desde testimonios cruciales realizados por fotógrafos como Steve Mc Curry o los venezolanos Luis Brito, Nelson Garrido y Carlos Germán Rojas, junto a imágenes de sucesos en la prensa nacional o fotografías de obras pertenecientes a pintores como Leonardo da Vinci, Théodore Géricault, Arturo Michelena y Caravaggio, entre muchos otros”.
Sin embargo, a juicio de la curadora, la captura pictórica del artista sobre estos referentes no está anclada a la reproducción solitaria o deshilvanada. “En la acción de Vivenes la mano y la mirada se han transformado en un lente de aproximación y distancia, un inquieto caleidoscopio donde detalles, colores, perspectivas, intenciones y humanidades son editadas desde lo macro y lo micro, generando una transferencia de conjuntos cambiantes, una narrativa infiltrada de lugares soterrados que de alguna manera parecen hablar el mismo idioma”.
Las exposiciones "Relatos transversales. Pietro Daprano. Prefacios y epílogos”, y “Cuerpos Oblicuos. Pinturas de José Vivenes. Anversos y reversos” podrán ser visitadas del 8 de marzo al 26 de abril, en la sede de BEATRIZ GIL galería, ubicada en la Calle California con Calle Jalisco, en Las Mercedes; en horario de lunes a viernes de 10:00 a.m. a 7:00 p.m., sábados de 10:00 a.m. a 4:00 p.m., y domingos de 11:00 a.m. a 2:00 p.m. La entrada es libre.
Sala 1
RELATOS TRANSVERSALES. Pietro Daprano
Prefacios y epílogos de una trinchera visual
El mundo-imagen es la superficie de la globalización. Es nuestro mundo compartido. Empobrecida, oscura, superficial, esta imagen-superficie es toda nuestra experiencia compartida. No compartimos el mundo de otro modo. El objetivo no es alcanzar lo que está bajo la superficie de la imagen: sino ampliarla, enriquecerla, darle definición, tiempo. En este punto emerge una nueva cultura.
Susan Buck-Morss
Frente a la polución mediática de nuestros días y en un contexto cada vez más presto al afianzamiento de verdades a través de los campos volátiles de las hegemonías comunicacionales, es donde se disponen los proyectos del artista Pietro Daprano, quien trabaja desde hace varios años en líneas de investigación cercanas a la tradición crítica de la fotografía de las últimas décadas. En su apuesta resalta el gesto de hurgar entre las categorías posibles de nuestro entorno, en los esquemas y en los estereotipos de nuestro día a día, estrategia con la que ha logrado entrever el desvarío de las estructuras socioculturales que nos rodean, de la confiabilidad y veracidad de nuestro imaginario actual e incluso en de recovecos más íntimos de nuestras propias conductas contemporáneas.
Desde estos centros de acción y a través de un sostenido ejercicio de la fotografía, el video y la performance, Daprano ha desarrollado un amplio cuerpo de trabajo en torno a estos acalorados debates. En cada uno de sus ejercicios establece la lectura refractaria de indagar en la imagen a través de la propia imagen, de-construyendo el espectro sociocultural mediante el engranaje de numerosos universos preposicionales: manejo de objetos, personajes, puestas en escena, testimonios, luces y estructuras documentales que solapa, trastoca y antepone sobre y desde el desarrollo de cada una de sus series. Pero este descomponer y reconfigurar lo real para socavarlo tiene en el trabajo del artista un giro muy especial, dirigiéndose no sólo a la configuración de un objeto artístico que se confronta a las realidades a las que alude, sino que las revive, extrañándolas, en una suerte de nuevo y “siniestro” sucederse.
Según Sigmund Freud “lo siniestro” vendría a ser una suerte de espantoso suceso que afecta y extraña a las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás, cosas cuyos impulsos hemos reprimido en el curso de nuestra existencia y que al ser convertidos por la represión en angustia parecen de pronto aglomerarse y retornar hasta nosotros para desestabilizar, profundamente, todo aquello que creímos superado. Con respecto a las formas como lo siniestro se manifiesta en el arte, Freud destaca que este fenómeno tiene que ver principalmente con las capacidades del creador para situarse en el terreno de la sintomatología común y transferir las posibilidades de lo siniestro desde lo real hacia la ficción, desencadenando un efecto doble que reubica estos movimientos de lo psíquico en la realidad del receptor, despertando en el que observa la presencia de un evento, imagen o símbolo que lo posesiona y lo angustia como si aquello formara una parte importante de su vida.
Es justamente este mecanismo el sitio más agudo que impera sobre la producción artística de Pietro Daprano, quien profundiza constantemente en estas locaciones difusas de lo “real” y lo “ficticio” con las cuales se desarrolla la copiosa cultura visual de la actualidad, pluralidad aparente de selfings y perfiles que navegan en las superficies de las redes sociales; reality shows, objetos publicitarios y concursos de talentos que rebosan en el imaginario mediático y que tan solo funcionan como coloridas cortinas de humo frente a las verdaderas debacles humanas, políticas y económicas de las sociedades actuales. La violencia, la belleza, la sexualidad, el lujo, la opulencia, el éxito y el poder, son parte de ese conjunto de valores sobresaturados que Daprano detecta en el magma de nuestro mundo-imagen y que intenta desajustar, aferrándose a lo que siente ha comenzado a convertirse en una especie de nuevo culto contemporáneo tras una, también ficticia, búsqueda de la felicidad. Sin embargo, la traducción del artista no es moralista, sino tan “realista” como “siniestra”.
Dismorfobia o el ensayo de la obedienciafue una de las series del artista exhibida el año pasado en Beatriz Gil galería como parte de la colectiva de arte latinoamericano Punto de quiebre; con este trabajo Daprano asentó un norte muy contundente para esas narrativas laterales que reconstruye en cada una de sus piezas. Allí, un performance o acción para la cámara trasladada a varios participantes que sirvieron de colaboradores con el artista, entronizó las particularidades de un cuerpo físico y social que abrió la puerta franca de sus heridas, en un intercambio de acción y reacción que puso en evidencia la manifestación de una violencia subterránea en el debilitado tejido social de la Venezuela actual, sometida a la merced de poderes políticos que exigen un solo tipo de conducta y de creencias, desatando mecanismos opresivos con los que se fractura día a día la libertad individual del ciudadano común.
De este proyecto político y social del que en esta ocasión exhibimos un segundo conjunto, se sumergirá a series recientes como Representations. Allí, cuerpos transformados en mobiliario museográfico trastocan y ponen en cuestionamiento los asombrosos caminos emprendidos por el creciente mercado del arte; ya no como una figura independiente que opera al alimón del posicionamiento tradicional del museo como legitimador oficial, sino más aún como una fuerte estrategia de intercambio económico, cuyo periplo se está consolidando a través de una oferta/demanda de cifras nunca vistas que determinan lo estimable y lo despreciable, lo protagónico y lo transitivo, lo que es y lo que no es arte.
Esta extraña inclinación valorativa que propicia una cartografía inédita para las propuestas artísticas desde los años ochenta hasta los inicios del siglo XXI, es retomada por el creador en este grupo de piezas donde cuerpos al desnudo sostienen y exhiben en un ejercicio de integración y distanciamiento, reproducciones caseras de obras emblemáticas de los artistas más cotizados del mercado internacional como Damian Hirst, Jeff Koons, Takashi Murakami, Banksy o los venezolanos Jesús Soto y Carlos Cruz Diez, entre otros. Mediante este proceso lúdico-crítico, conjuga perfomance, puesta en escena, apropiación y fotografía en un mecanismo sencillo y a la vez contundente con el que devela los pulsos cambiantes de una historia tan pomposa como privativa. En ese espacio de confrontación, la obra nos traslada a una escena donde el artista se debate, confundido, agobiado por esa aventura del arte contemporáneo que se ve asediada por las contradicciones y exigencias del mercado y que intenta sobrevivir, desde las trochas de una acción asediada por la mirada inclemente de un pasado todavía sonoro junto a los solitarios vaivenes de un futuro incierto.
Es así como cada una de las producciones de Pietro Daprano levanta una capa de ese mundo imagen del que, como diría Susan Buck-Morss, todos formamos parte. En sus propuestas lo real constituye un prefacio que se manifiesta con una fuerza incontenible: contornos, objetos, poses, cuerpos, fachadas, esquinas, colores, situaciones y grietas de un día a día conocido, cercano, nuestro. Tan sólo un detalle inesperado surge paralelamente en algún recodo, en un gesto, en una mirada; y es con precisión ese punto de distorsión -epílogo de una imagen o de un axioma interrogado por el artista- la trinchera y el desplazamiento que se hace presente en su obra para agrietar nuestra percepción, convulsionando las verdades, mentiras, triunfos y debacles de esa familiaridad virtual con la que vivimos, en realidad, inconexos.
Lorena González I.
Sala 2
CUERPOS OBLICUOS. José Vívenes
Anversos y reversos de una imagen a contratiempo
Si pudiéramos, en los albores del siglo XXI, visualizar algunos lineamientos con la intención de trazar una breve historia de la pintura reciente, encontraríamos que tal vez su momento más crítico es con precisión el que se ha desarrollado en este período, cuando la representación de la figura humana y de todo lo que nos rodea cabalga sobre las inestabilidades efímeras de una polución mediática inabarcable. En este territorio espectral donde la autonomía digital del yo reconstruye sobre el sí mismo un copioso paquete de perfiles, la fotografía en todas sus modalidades, pero en especial dentro de los campos que amplían su uso mediante la telefonía móvil y las redes sociales, es uno de los principales gestores de este ampuloso paradigma de figuras y reinvenciones que inundan el imaginario contemporáneo.
¿Pero dónde queda el gesto de la pintura dentro de este movimiento que también hace eco en las preferencias metodológicas de la mayoría de los creadores? Es esta tal vez una de las preguntas que con mayor frecuencia se hacen incluso, los propios pintores. Sin embargo, en ese extraño borde entre el anverso y el reverso de las grandes cargas iconográficas de la actualidad, la pintura ha comenzado a construir y revelar sus propias dinámicas, enlazando su técnica, su historia y su desempeño por entre caminos que se desvían y descienden hacia una traducción crítica de sus más esenciales protocolos, anclándose y desprendiéndose desde el diálogo con sus propias habilidades hacia las variables inciertas del contexto.
José Vívenes es un pintor venezolano que ya completa un valioso cuerpo de trabajo en torno a las diversas consideraciones de lo pictórico como estrategia de la representación en la actualidad. Ha sido el cuerpo y los reveses de lo humano en los distintos episodios de la vida social y política de su entorno, uno de los principales campos de batalla mediante el cual ha logrado manifestar los pulsos de un ejercicio constante en el que plantea vibrantes líneas de aproximación y cuestionamiento, entretejiendo una expresividad inédita donde la tachadura, el espacio vacío, la sobre-exposición y la ausencia se levantan desde la reveladora maculatura de cada uno de sus proyectos, actividad creadora con la que propicia la manifestación de atmósferas con una gran fuerza poética.
De esta manera la obra de Vívenes ha evolucionado a medida que se despliegan sus lecturas sobre el afuera, formalmente decidido a convertir a la pintura en un campo abierto de discusión teórica y de movilización intangible de la conciencia. En su propuesta más reciente ha decidido dejar a un lado las preocupaciones tradicionales de lo pictórico frente a la voluptuosa cadena de la representación fotográfica, para entronizar inquietantes preguntas que se desplazan más allá de los orígenes de una imagen en particular; en este caso, el pintor se sumerge en la veracidad propia del ícono, navegando a través del soterrado mundo que nos sobrepasa día a día. Imágenes de prensa, fotografías que se han convertido en documentos trascendentales para la sociedad junto a grandes retratos de obras capitales para la historia de la humanidad, serán el campo de acción donde el artista se introduce, no solo para hacer surgir el cuestionamiento de lo pictórico, sino también para poner en juego la realidad de aquello que hemos decidido sea lo que nos representa.
En diversas series profundiza estos recorridos. Retrato del retrato, imagen de la imagen, gesto del gesto, su trabajo actual plantea un traslado desde testimonios cruciales realizados por fotógrafos como Steve Mc Curry o los venezolanos Luis Britto García, Nelson Garrido y Carlos Germán Rojas, junto a imágenes de sucesos en la prensa nacional o fotografías de obras pertenecientes a pintores como Leonardo da Vinci, Théodore Géricault, Arturo Michelena y Caravaggio, entre muchos otros. Sin embargo, la captura pictórica del artista sobre estos referentes no está en ningún caso anclada a la reproducción solitaria o deshilvanada. En la acción de Vívenes la mano y la mirada se han transformado en un lente de aproximación y distancia, un inquieto caleidoscopio donde detalles, colores, perspectivas, intenciones y humanidades son editadas desde lo macro y lo micro, generando una transferencia de conjuntos cambiantes, una narrativa infiltrada de lugares soterrados que de alguna manera parecen hablar el mismo idioma.
En esa dramaturgia sonora que trastoca el tiempo, el pintor disloca los límites de cada género (tanto de la fotografía como de la pintura), generando un contrapunto de ida y vuelta entre lo transitivo y lo perenne, entre lo efímero y lo trascendental, mecanismo con el que intenta evidenciar las fracturas de lo humano. Mediante esta aguda y punzante situación de doble direccionalidad, del mismo modo que refleja los difíciles tránsitos de esa historia común que resopla en los abismos de la Venezuela reciente, también apertura el nacimiento de preguntas taciturnas sobre quiénes somos y qué sostenemos desde las borrosas trayectorias de esa ficción tan real, o a la inversa: desde esa realidad tan engañosa en la que pululan los complejos vericuetos y las pálidas versiones de la vida contemporánea.
Lorena González I.
Texto de Víctor Guédez
JOSÉ VÍVENES: REFLEJO-UNA MIRADA
Por: Víctor Guédez
La pintura ha sido sentenciada a muerte en muchos momentos históricos y por diferentes personas. Sin embargo, y de manera paradójica, esas condenas han incentivado la proliferación de sus posibilidades reafirmativas. Es así como en medio de los lenguajes objetuales que legitiman los referentes como códigos estéticos o de los estatutos conceptuales que privilegian las ideas y los procesos por encima de las resoluciones visibles, la pintura siempre ha convertido las limitaciones en espacios versátiles de presencia. Incluso, en medio de los más variados discursos objetualistas y conceptualistas se han perfilado manifestaciones heterodoxas y abiertas en donde también la pintura ha encontrado sus alternativas para entremezclarse y sus nichos para prolongarse. Ella no se ha arredrado en ninguna circunstancia y ha aprovechado cualquier rendija para asomar el aliento de su permanencia. Hasta se ha atrevido a ejercer su preponderancia al proclamar, en los años ochenta, la “pintura-pintura”. Desde esa circunstancia hasta nuestros días se han mantenido las alternancias con otros énfasis estéticos, con lo cual se demuestra que en el arte no opera la noción de progreso en su acepción tecnológica, ya que la propuesta “A” no es superada por la “B”, ni la propuesta “B” es superada por la “C” en una infinita línea de sucesión. En lugar de este tipo de evolución sustitutiva y eliminatoria, en el arte lo que prima es la diversificación de alternativas de una manera semejante a lo que sucede con las solapas de un abanico que muestra la amplitud de su apertura secuencial.
Este preámbulo se repotencia cuando nos colocamos ante los recientes planteamientos de José Vivenes, y muy particularmente ante las obras que forman parte de esta exposición. Sin duda, el artista celebra la pintura a partir de la pintura y con la finalidad de subrayar la pintura. En el fondo lo que hace es afirmar, sin decir, que la pintura nunca muere porque siempre encuentra la opción de vivir de otra manera. Y la manera que encuentra resulta vitalizadora: él retoma figuras de los pintores del Renacimiento para replantear sus imágenes y para problematizar sus desafíos temperamentales y plásticos. Al revisitar y retomar los datos icónicos de pinturas pretéritas intenta mirar a través de otros, pero también asume el reto de vivenciar la existencia del otro y de experimentar sus particulares sensaciones. El otro no es otro en cuanto otro no yo, sino es otro en cuanto otro, es decir, en cuanto alguien que tiene una historia singular. Pues bien, cuando Vivenes se coloca en el otro es muy probable que, además de proyectarse en ese otro, reivindique a ese otro en tanto distinto a él. Por esta razón, pensamos que estamos en presencia de una propuesta de intensa vivencia psicoemocional. No se trata de recordar las obras de Velásquez, Leonardo o Caravaggio, lo importante es vivir lo que ellos vivieron al ver realidades humanas y sociales que se repiten en nuestros días y se acentúan en los contextos actuales. Sin duda, estamos en presencia de un pintor sensible a los acontecimientos y propositivo en sus angustias.
En este sentido, no deja de ser interesante que él rescate a personajes de pintores del Renacimiento porque fue en ese marco donde la fuerza de lo humano se hizo más hegemónica en las inquietudes artísticas. Con esto, quizá pretenda establecer un paralelismo con nuestro tiempo para reclamar la obligación de replantearnos el problema del ser humano. Es así como se aprecia que, en cada una de sus obras, recupera la energía expresiva y comunicativa de los personajes. Ellos se cargan de su temperatura emocional pero también deslizan el mensaje de ideas. No se trata de una cita textual de las obras que le sirven de referencia, por el contrario, es una alusión envuelta en las angustias renovadas y redimensionadas, así como de reinterpretaciones que trascienden la imagen primigenia. Así logra que el campo visual se solvente de manera inesperada y sorpresiva. El toque de asombro siempre está presente en cada resolución, con lo cual las posibilidades enigmáticas se hacen supremas. Las obras de Vivenes, en efecto, parecen querer legitimar la sentencia de Benjamín: “Nunca se habrá comprendido una obra de arte, si no es expuesta inexorablemente como un misterio”. Inspirado en esta acepción, el artista logra que sus personajes, al hacer visible una expresión y un misterio, también convoquen la revelación de un desafío existencial. Al dar nueva vida y nuevo espacio a los personajes, Vivenes, favorece una inédita oportunidad de vivencia de la cual no puede escapar el espectador. Desde esta interpretación, podemos sostener que sus imágenes no buscan el énfasis de un realismo alusivo o anecdótico, más bien ponen el acento en el misterio de lo humano y en la problematización psicológica y social de sus angustias.
A partir de lo expuesto, incluso podríamos ir más allá al advertir la presencia de una inquietud por la “intemporalidad”. Con esto queremos decir que las obras trascienden a su historia y a la propia historia porque no sólo mantienen su renovada presencia visual, sino porque igualmente pueden encontrar nuevas condiciones para recordar las denuncias de los contextos donde se produjeron. Ciertamente, las obras de Vivenes nos hablan de obras anteriores y de personajes de otra época, es decir, tienen antecedentes. Pero ellas igualmente encarnan derivaciones y revisiones prospectivas porque siempre pueden denunciar el presente y también el porvenir. En este contexto, entendemos mejor el alcance de su estatuto estético: él pretende que en cada una de sus realizaciones palpite otra obra que, a su vez, le abra el paso a una vida prolongada en el tiempo y renovada en su carga vivencial. El resultado deviene sin duda en algo potente, en tanto que logra que sus imágenes estén en tensión consigo mismas y con la realidad que les sirve de escenario.
Para enfatizar esos significados, el artista hace uso de recursos plásticos interesantes. En algunos casos recurre a puntos que se alinean con una cierta simetría que, al final, generan la ambivalencia de los planos espaciales de la pintura y afectan las sensaciones perceptivas. Lejos de desplazar o solapar a las imágenes, estos recursos lo que hacen es afianzar sus presencias: en el fondo se mantienen y desde el fondo recalcan sus fuerzas expresivas. En otros casos, en lugar de puntos desagregados, Vivenes procede a generar retículas que, a manera de rejas, problematizan el espacio plástico, al tiempo que rescatan la densidad misteriosa y dramática de los personajes. De este juego de metáforas visuales emerge adicionalmente el sentido de una nueva anfibología entre lo abstracto y lo figurativo de las resoluciones. Esta ambivalencia se une a las ya producidas entre lo original y lo derivado, o entre lo expresivo y lo comunicativo, o entre lo plástico y lo conceptual, o entre lo grotesco y lo afable. Sin duda, estas son pautas para otras lecturas de una obra que se abre paso a partir del valiente uso de los medios expresivos más convencionales pero al mismo tiempo más desafiantes: las imágenes, los colores y los trazos en el espacio bidimensional.
Ficha
JOSÉ VIVENES / PIETRO DAPRANO
Caracas, Exposición #3. Marzo/Abril 2015
JOSÉ VIVENES | Cuerpos Oblicuos | Anverso - Reverso
PINTURAS
Caracas, Marzo / Abril 2014
Curaduría
Lorena González I.
Museografía
Pietro Daprano
Textos
Lorena González I.
Víctor Guédez
Registro fotográfico
José Vívenes
PIETRO DAPRANO | Relatos Transversales | Prefacio - Epílogo
FOTOGRAFÍAS
Caracas, Marzo / Abril 2014
Curaduría
Lorena González I.
Museografía
Pietro Daprano
Textos
Lorena González I.
Edición de Imágenes
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Juan Noguera
Coordinación editorial
Lorena González I.
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Catalago©2015Beatriz Gil galería
BEATRIZ GIL galería
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Pietro Daprano