RAFAEL ARTEAGA Crónicas fantásticas Transgresiones a la memoria: dicotomías del recuerdo Rafael Arteaga pertenece a una generación reciente de creadores que asume la tradición de la pintura figurativa, trazando nuevos interrogantes sobre los límites de la representación y la cultura visual. Su práctica desafía la exploración subjetiva de la imagen y deriva en una resignificación discursiva vinculada al culto a la memoria, la capacidad evocadora del recuerdo, los estereotipos de la identidad y, a una iconografía popular y culta como argumentos para la construcción de posibles narrativas aleatorias . En su afán por alterar la imagen, apela a diversas estructuras que entrelazan el rastro atesorado en el extinto álbum familiar o el hallazgo de una fotografía vernácula, con reproducciones de obras maestras universales, para concebir una “otra imagen”; aquella que, lejos de anular su historia, agrega un nuevo relato, filtrado por el ejercicio pictórico y un versátil artilugio de interpretación fabulada. Sus primeras obras registraban la impronta de lo doméstico y lo cotidiano; objetos de consumo masivo participaban junto a personajes y escenas de naturaleza idiosincrática, reubicados en insólitos contextos. Abordaba así los prototipos del “bodegón criollo” y del retrato clásico, revalorizando el género y, replanteándolo desde las estrategias contemporáneas del arte.De tal forma, la harina PAN, La exposición Crónicas fantásticas se configura a partir de dos cuerpos de trabajo diferenciados y de producción reciente. El primero, reúne una amplia constelación de representaciones pictóricas, acuarelas y fotografías intervenidas, en las que lo familiar, de cierta manera, se torna ajeno. El individuo se transfigura y pierde su identidad mediante una operación transgresora, para dar cabida a formas mutantes que remiten al extrañamiento, un recurso utilizado por Arteaga para perturbar nuestra percepción de normalidad y cuestionar el pensamiento lógico. Nos encontramos ante un vértigo de imágenes cuyos relatos apócrifos suspendidos en una “dicotomía del recuerdo”, se sitúan entre la experiencia personal y la social, la realidad y un imaginario distópico.La máscara y el disfraz -subterfugio y simulacro- son empleados para ocultar la identidad del sujeto, reasignándole un lugar ambiguo en el álbum familiar. Al recrear el modelo tradicional del posado frente a la cámara, Arteaga desmantela su estereotipada presencia y nos revela una imagen transfigurada a través del artificio. Los protagonistas se trasvierten en personajes híbridos -suerte de quimera simbólica- encubriendo su verdadera apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas. Pikachú, Teletubbies, Mickey, Winnie Pooh; Batman o Spiderman actúan como eufemismos de una realidad ilusoria que se desplaza hacia escenas recreativas en torno a celebraciones, piscinas y parques infantiles, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables.Al recrear el modelo tradicional del posado frente a la cámara, Arteaga desmantela su estereotipada presencia y nos revela una imagen transfigurada a través del artificio. Los protagonistas se trasvierten en personajes híbridos -suerte de quimera simbólica- encubriendo su verdadera apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas. Pikachú, Teletubbies, Mickey, Winnie Pooh; Batman o Spiderman actúan como eufemismos de una realidad ilusoria que se desplaza hacia escenas recreativas en torno a celebraciones, piscinas y parques infantiles, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables.Al recrear el modelo tradicional del posado frente a la cámara, Arteaga desmantela su estereotipada presencia y nos revela una imagen transfigurada a través del artificio. Los protagonistas se trasvierten en personajes híbridos -suerte de quimera simbólica- encubriendo su verdadera apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas. Pikachú, Teletubbies, Mickey, Winnie Pooh; Batman o Spiderman actúan como eufemismos de una realidad ilusoria que se desplaza hacia escenas recreativas en torno a celebraciones, piscinas y parques infantiles, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables. Los protagonistas se trasvierten en personajes híbridos -suerte de quimera simbólica- encubriendo su verdadera apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas. Pikachú, Teletubbies, Mickey, Winnie Pooh; Batman o Spiderman actúan como eufemismos de una realidad ilusoria que se desplaza hacia escenas recreativas en torno a celebraciones, piscinas y parques infantiles, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables. Los protagonistas se trasvierten en personajes híbridos -suerte de quimera simbólica- encubriendo su verdadera apariencia en figuras antropomorfas y zoomorfas. Pikachú, Teletubbies, Mickey, Winnie Pooh; Batman o Spiderman actúan como eufemismos de una realidad ilusoria que se desplaza hacia escenas recreativas en torno a celebraciones, piscinas y parques infantiles, donde la actividad lúdica pareciera esconder situaciones disruptivas e inexplicables. En la densidad pictórica, en la transparencia de la acuarela o en la opacidad de la fotografía, se delata el aspecto equívoco y la naturaleza mágica de estos personajes enmascarados y sus alter egos. El protagonista -transmutado en su condición de ser otro-, asume su alteridad en una operación de distanciamiento surreal cuya imagen resulta poco probable, pero igualmente posible. Y es en su aparente pasividad que estos Inquietantes y perturbadores retratos nos atrapan, provocando una inexplicable sensación de incomodidad, no exenta de humor e ironía. Un segundo conjunto de obras -Apagones- consiste en una inusual serie de oscuros acrílicos en los que Arteaga recrea obras icónicas de la historia del arte occidental. Una estrategia que, si bien viene utilizando desde sus inicios, en esta ocasión plantea contextos y motivaciones opuestas. Las espigadoras de Millet, La muerte de Marat, por Jacques-Louis David, La joven de la perla y La lechera, de Vermeer, Las meninas de Velázquez, La dama del armiño de Leonardo Da Vinci y Almuerzo sobre la hierba de Manet fueron concebidas por Arteaga durante la masiva falla de suministro eléctrico, ocurrida en marzo de 2019 a nivel nacional. Estas reinterpretaciones monocromas, ahora materializadas en una sombría escala de grises, operan como documentos visuales del desamparo de un país y descubren las analogías con un presente cultural sumido en el oscurantismo institucional. El racionamiento persistente no solo alude a la falta de luz y energía que, desde hace más de una década, nos afecta; su representación deviene en tenebrosa metáfora que interpreta la crisis política y social de un nefasto periodo de oscuridad e incertidumbre. Ruth AuerbachTEXTO